González mi Pueblo
  Cultura y Tradiciones
 

 

LA MALDICIONES DE GONZALEZ
Las Maldiciones de González
Leyenda Narrada por María Olinta Carranza (La señorita Olinta)

 
González era una población próspera, en la cual el progreso se veía. Sus habitantes gozaban de buenos almacenes, pulperías, tiendas y muchos negocios que hacían que el comercio fuera una fuente de riqueza y además, el motivo por el cual la población fuera visitada por muchas personas. Toda esta actividad comercial decayó hasta que el municipio se ha quedado y su progreso se estancó. 
Se le atribuye esta pérdida de progreso a varias maldiciones de las que han sido víctimas sus habitantes.
   

Hubo un padre, Ciriaco Navarro, a quien le mataron un hermano, por esta razón el padre Ciriaco en una de sus homilías maldijo a todos los habitantes del pueblo: “21 mil veces los maldigo”- dijo- y desde entonces el pueblo se ha sumido en un letargo.

Existía en González una casa en donde muchas mujeres se dedicaban a divertir a los hombres casados en las horas de la noche; el padre Fernando Sarmiento, enterado de la existencia de esta casa e indignado, decidió asistir a la casa en la noche, preparó unas tijeras para cortarles el cabello a todas las mujeres ya que en la época era motivo de orgullo y vanidad llevar una larga cabellera. Al día siguiente ellas despertaron y al verse con su cabello corto se llenaron de rabia y averiguaron quien lo había hecho. Enteradas de que esto era obra del padre Sarmiento, hablaron con un hombre, amigo de ellas, consiguieron estricnina (sustancia venenosa), y con ayuda del hombre entraron a la casa del padre y le echaron la estricnina en la tinaja del agua que usaba para tomar. El padre Sarmiento, al ir a tomar agua se dio cuenta del color azul verdoso del agua y tuvo desconfianza, le dio a beber a su caballo, y en efecto, el caballo murió. Inmediatamente el padre repicó varias veces las campanas y reunió en la iglesia a los habitantes del pueblo, estando ahí reunidos, se subió al púlpito y enfurecido maldijo mil y mil veces a la gente del pueblo.
 

Pasaron muchos años y el pueblo maldito recibió un buen día a un nuevo sacerdote, el padre Cardona. Este alegraba los rituales católicos con las notas musicales que mágicamente interpretaba en un armonio que había en la iglesia de San Juan Crisóstomo. El padre llevaba el armonio a todos los sitios donde ofrecía misa. Un día, de camino hacia Otaré, a una de sus celebraciones, iba el padre llevando su armonio con unos amigos; de pronto aparecieron unos borrachos gritando y vociferando y en forma burlesca le impidieron el paso al sacerdote, aduciendo que el armonio era de la iglesia de González y que el padre, sin ninguna duda, se lo iba a robar. El sacerdote indignado regresó, maldiciendo a los borrachos; era tanta su soberbia que maldijo a todo el pueblo.  Se cumple así la tercera maldición de González, pero no la última. 

También el padre Montes, se enteró que en San Isidro (corregimiento de González) la gente acudía a un pozo a bañarse desnuda, costumbre considerada como inmoral en esa época, ya que se fomentaban desordenes. El padre un día se llenó de valentía y con el ánimo de imponer orden llegó hasta el lugar, insultó a los que allí estaban y maldijo el pozo y a los que fueran a bañarse allí se convertirían en sapos o en su piel aparecerían manchas. Desde entonces la gente no volvió a este lugar, y cuentas además, que algunas personas no conocedoras de  la maldición fueron a bañarse y les aparecieron grandes manchas incurables y tuvieron que alejarse del lugar. El pozo se secó, pero escuchan el ruido del agua al bañarse personas en él.

Después de estas maldiciones, dicen que para que González vuelva a ser lo que era, porque el pueblo  está en decadencia, tienen que desaparecer todos los viejos y después todas las raíces…

 
   
 
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